EDITORIAL

A prueba de “idiotas”.

Podría decirse que el ser humano es político por naturaleza, pues se ha encargado desde sus inicios de crear grupos organizados principalmente en patrones de rango y poder. En todas partes del mundo se han establecido modelos sociales donde hay unos líderes que tienen una influencia mayor sobre el ciudadano común y que participa activamente en el establecimiento de normas, deberes y derechos que afectan a la población civil.

Como resultado de un proceso global que ha traído consigo ideologías de gobierno como el zarismo, socialismo, capitalismo, fascismo, totalitarismo, principados, democracia, entre otros, podemos encontrar una variedad enorme en cuanto a formas de gobierno existentes en el mundo.

Dentro de nuestro entorno nacional contamos con un modelo de gobierno democrático que se supone cuenta con tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial. Estos a su vez se encargan de regular su accionar entre sí, para evitar que cada una de estas ramas del Estado sobrepase sus obligaciones y evitar así actos de ilegalidad dentro de éstos.

Sin embargo basta con observar los niveles de corrupción, que según la corporación Transparencia por Colombia hacen perder anualmente 4,2 billones de pesos al Estado. Para saber que más que un trabajo de regulación entre los poderes hay un vínculo de clientelismo entre sí.

En una situación como ésta, cuando la ciudadanía queda a merced de los intereses particulares de sus gobernantes, es cuando el periodismo juega un papel crucial como forma alternativa para este fin de control.

El periodismo debe ser el elemento que informe al ciudadano cuando las vías legales no hacen un trabajo adecuado; debe ser el que se encargue de denunciar y hacer visibles los casos de zoofilia política por parte de los dirigentes.

Por esto no es de extrañar, que en los momentos en que una nación se encuentra inmersa en un régimen autoritario, el Estado trate de convertir los medios de comunicación en sus portavoces oficiales, de silenciarlos mediante el cierre o la toma de represalias contra aquellos que se oponen a éste.

Nosotros los periodistas de Letras Oxidadas trataremos de contribuir un poco en la prevención de la idiotez (proveniente del griego idios y que se usaba para referirse a quien no se preocupa por los asuntos públicos.) al exponer desde géneros como la reseña, la entrevista o el análisis, los factores que directa o indirectamente nos afectan como ciudadanos del Oriente Antioqueño.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Y que el circo continúe...

Por Juan José Ossa


En estos momentos tengo la imagen de Colombia ridiculizada en uno de los pocos programas de dibujos animados que se han realizado en el país, El siguiente programa. No puedo olvidar ese capítulo en que toda Colombia (mejor conocida en el programa como Chibchombia) sería convertida en un parque de diversiones llamado Iguazolandia. Allí se mostrarían los aspectos más deplorables del país como diversión para los extranjeros principalmente de las potencias mundiales. 

Hoy, después de varios años, me es inevitable creer que Iguazolandia no es un proyecto a largo plazo que se viene realizando por parte del pueblo colombiano y varias instancias estatales, pues las cosas que se ven pasar a diario no son tan desfasadas de esta concepción.

En los índices de pobreza, según el último informe publicado el 30 de abril por la Mesep[1], el 45,5% de la población del país en 2009 estaba en estado de pobreza y un 16,4% de esta se encontraba en estado de indigencia[2], esto sumado a la tasa de desempleo en Colombia que, según expresó el DANE, en enero de este año es del 14.6%  y al índice de analfabetismo de más del 20%, generan un clímax propicio para el aumento de los problemas de orden público, pues la falta de oportunidades laborales es evidente.

No conforme con estos datos, un periodo presidencial, que inició en 2002 y que se extendió cuatro años más, ha sido alabado con bombos y platillos por sus políticas de seguridad democrática, más bien “opresión antidemocrática”, pues sólo se emplea para algunos que están en la rosca y los demás deben arreglárselas con las instancias dispuestas por el gobierno que, pocas veces abogan por los intereses del pueblo, han dejado un país con un imaginario de seguridad basado en un poder excesivo por parte de las fuerzas armadas.
Como parte de una idiosincrasia que está en desarrollo y que busca modelos culturales en otros países, muchos los hemos adoptado. El problema es que no siempre son los más adecuados: reality shows y telenovelas adaptadas, farándula internacional y criolla,  géneros musicales populares, como la Ranchera, que son un referente patente de la cultura colombiana, más que mucha música propia como la Cumbia o el Joropo.

En este proceso no se podía quedar atrás la política. Y por esto, en meses anteriores, el DAS, se tomó la tarea de adoptar un modelo de espionaje semejante al que se dio durante la guerra fría, y que el mismísimo James Bond envidiaría. Mediante operaciones como Transmilenio, Arauca y Amazonas,  ha investigado y desprestigiado a políticos, funcionarios públicos, profesores, periodistas, sindicalistas, congresistas…

A estas alturas, pareciese que el hecho de ser chuzado por el DAS, es un motivo de orgullo personal. Es como tergiversar la famosa frase de Descartes “pienso luego existo”, hasta el punto de “piense luego lo espío.”

Iguazolandia está más cerca de la realidad, se anexan nuevas atracciones al circo. 

Las elecciones  del  20 de junio que dieron como nuevo presidente a Juan Manuel Santos, fueron la imagen patente de una colectividad que basa su cultura política en moralismos sobre quién es o no ateo, les importa más un culo que los escándalos de los falsos positivos y aceptan con los ojos cerrados a quienes se dan aires de campaña política a información y discursos amañados a algunos.

Demonios y Santos son lo mismo en esta época, y la posibilidad de salir del caldero podrido, siempre estará frustrada por el diablillo de turno, que nos mete a golpes con una cuchara de palo, todo esto sumado, hace que cada día estemos más cerca de hacer realidad el parque de diversiones más grande del mundo, Iguazolandia.



[1] Misión para el Empalme de las Series de Empleo, Pobreza y Desigualdad.
[2] Véase en: http://www.vanguardia.com/opinion/editoriales/60943-los-indices-de-pobreza-y-de-indigencia-en-colombia

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