Por
Leidy Johana Quintero
En estos tiempos, los niños y adolescentes saben reclamar sus derechos. Son conscientes de que tienen beneficios y, en ocasiones, se manifiestan cuando éstos son violados. Pero, ¿dónde quedan sus deberes?
La Ley No. 1098 del 8 de noviembre de 2006 “por la cual se expide el código de la infancia y la adolescencia", declara que se establecen normas para la protección integral de los niños y adolescentes, así como para garantizar sus derechos y libertades; también afirma que esta garantía es obligación de la familia, la sociedad y el Estado.
Existen varias instituciones u organismos, tanto nacionales como internacionales, que se ocupan del cumplimiento de los derechos de los niños y adolescentes, tales como ECPAT Internacional, red de organizaciones que trabaja contra la prostitución, pornografía y la trata infantil con fines sexuales.
En lo internacional, también existe el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, creado para velar por la niñez como factor del progreso humano. Tiene entre otras funciones, que todos los niños sean inmunes contra enfermedades y malnutrición.
Ahora bien, en lo nacional se ha formado la Alianza por la Niñez Colombiana, cuyo principal objetivo es adelantar trabajos a favor del mejoramiento de la calidad de vida de los niños. Una de las instituciones más representativas en la labor de velar por sus derechos, es el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, cuya misión es: “…una institución de Servicio Público comprometida con la protección integral de la Familia y en especial de la Niñez”.
Estas instituciones y organismos se hicieron necesarios, tanto en Colombia como en el resto del mundo, por la situación en la que se encontraba la población infantil y adolescente colombiana en el año 2005. Según información encontrada en http://www.cinde.org.co/PDF/ABCleydeinfancia.pdf, en esa época había más de 2.8 millones de niños y niñas en edad escolar, por fuera del sistema educativo; 20% de analfabetismo; 9 niños y niñas muertos en forma violenta en promedio al día; 14 mil niños y niñas víctimas de delitos sexuales; más de 11 mil niños y niñas maltratados en sus espacios familiares y escolares al año; cerca de 2.7 millones de niños y niñas explotados laboralmente; 2.5 millones que viven en situación de miseria e indigencia; 100 mil que crecen en las instituciones de protección por abandono o peligro; 10 mil utilizados y reclutados por los grupos armados al margen de la ley; 18 mil adolescentes infractores a la ley penal y, cerca de 15 millones de niños y niñas sin una legislación, que garantice la preservación de sus derechos fundamentales.
Sin embargo, en cuanto a la situación penal y el cumplimiento de los deberes de los niños y adolescentes, todavía hay problemas, pues, aunque el literal b del artículo 10 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, dice que “los menores procesados estarán separados de los adultos y deberán ser llevados ante los tribunales de justicia con la mayor celeridad posible para su enjuiciamiento”, en Colombia no siempre se cumple con esta ley.
Generalmente cuando un menor de edad comete un delito y es denunciado o capturado por las autoridades, el proceso que se sigue es hacer una llamada telefónica a los padres y dejarlos a su disposición.
Estos incumplimientos de la ley proceden desde el propio hogar de los niños, por la falta de carácter de los padres. Cuando un padre le impone normas a su hijo, éste las pasa por alto y no recibe ningún castigo (no se refiere a castigo físico). Si los padres hacen cumplir su palabra, los niños solo piensan en llegar a adultos inmediatamente, pues consideran que los mayores de edad pueden gozar de todo sin ninguna restricción.
Según Edison Agudelo, sicólogo y maestro de ayuda de niños y adolescentes, en los últimos años se han inventado nuevos elementos que hacen que se gire alrededor del niño y que él quiera imponer sus propias normas y considere que se lo merece todo; esto se debe a que se ha creado un mundo propio para los niños, se han inventado cosas que anteriormente no existía, “pediatras, moda infantil que hace un tiempo era la misma de los adultos pero un poco más pequeña, existe la licenciatura en educación infantil o pedagogía infantil, sicología para los niños, pediatría, odontopediatría, entre otras que hacen sentir a los niños los amos y dueños del mundo”, afirma él.
En la actualidad se habla mucho de los derechos del niño, pero muy poco de sus deberes; por ejemplo en el artículo 26 de la Ley de Infancia y Adolescencia, se habla del Derecho al Debido Proceso. Si un niño lastima a un compañero con un lápiz, primero el profesor debe consignarlo en la hoja de vida del estudiante, después debe avisarle al padre de familia; si el caso fue muy grave llega hasta el coordinador de disciplina; éste lo lleva a donde el rector para después ser pasado al consejo directivo; y si no se realizan cada uno de estos pasos y no lo consignan de manera escrita, al chico no se le puede sancionar porque se le violó el derecho al Debido Proceso.
Éste, como muchos casos, puede ser visto como un abuso de los derechos y un menosprecio de los deberes; generalmente se escucha a los niños y adolescentes decir “yo tengo derecho a…” pero los deberes ¿quién los menciona?
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