Más que acampar, ir de excursión, hacer nudos, amarres y fogatas, el escultismo o movimiento scout propone todo un sistema de educación no formal, que es útil a niños, jóvenes, padres de familia e incluso a la misma sociedad.
Detrás del “siempre listos”, hay toda una práctica pedagógica que quiere, precisamente, brindar herramientas para que los pequeños estén listos ante cualquier necesidad de servicio que se presente en su entorno local, al mismo tiempo que forman su carácter.
El Carmen de Viboral lleva aproximadamente 43 años contando con jóvenes exploradores. Actualmente, existen dos grupos en este municipio, que reúnen muchachos desde los 6 años para sumergirlos en una vivencia que surgió hace 103 años en Inglaterra, cuando el fundador, Lord Baden Powell, realizó un campamento experimental que daría el memorable inicio a un movimiento que se hizo mundial.
En el municipio, el grupo scout Tupac Amarú, con 43 años de labor, ha logrado reconocimiento entre los carmelitanos, por sus servicios desinteresados, la participación en festividades religiosas y cívicas y por la venta de productos en las tardes de parque para financiar sus campamentos y excursiones.
Hace tres años se creó el grupo scout Tir Na n´Og en el municipio, lo cual más que una división entre la hermandad scout, como bien es llamada, fue la posibilidad para que más jóvenes acogieran estas actividades para sus vidas; el número de exploradores aumentó considerablemente en esta localidad, al igual que los jefes capacitados para difundir las ideas escultistas.
Las prácticas al aire libre, el encuentro entre unos y otros y el ejercicio de vencerse a sí mismo, son los motores que dan vida a los exploradores para formarse física, mental y espiritualmente. Los logros obtenidos se reflejan en sus uniformes con insignias, condecoraciones y símbolos propios de cada grupo scout existente.
En el Carmen de Viboral, los habitantes mayores reconocen la importancia de que los jóvenes realicen este y otro tipo de prácticas que les permitan relacionarse con el mundo de manera sana y educativa, empezar a transformar su entorno con campañas sociales y, a partir de lo que viven allí, perfilar un proyecto de vida o una profesión.
Esto puede ser posible porque dentro de los profesionales del escultismo, hay espacio para las prácticas artesanales, deportivas y culturales, que se muestran como un universo de posibilidades que el muchacho se permite explorar.
Mas que una extraña “práctica primitiva” y de “ñoños” como la han llamado en diversas ocasiones periodistas, humoristas y políticos, el movimiento cuenta con adeptos en todos los lugares del mundo, campistas amantes del aire libre, el servicio y el riesgo; ellos están “siempre listos”, y más que dispuestos, están capacitados.
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